Empezamos nuevo año, retomamos viejos sueños

Empezamos nuevo año, retomamos viejos sueños

Mañana viernes inauguraremos exposición, volveremos al surco de lo que se interpreta normalmente como cultura, como una expresión que plantea alguien para contarnos sus cosas a los demás: su mirada, sus anhelos, sus delirios o sus pesadillas. El arte en el lienzo, en el papel, la poesía, oral o grabada, la imagen…. fue uno de nuestros motivos primigenios, un supuesto puntal que después se convirtió en ficticio, rara vez encontramos la respuesta que buscábamos, seguramente nos equivocábamos, también ahí, cayó por su propio peso. Ahora se abre una rendija, Paco llevó a Bea, Bea a María, María a David… ¿quién sabe quién vendrá con él?

Quince años son ya muchos días, mucho hemos cambiado en este tiempo todos, mucho más que el mundo que nos rodea y acoge. Hace quince años sentíamos que necesitábamos cómo el agua mirar hacia nuestra tierra, hacia los productos que nos ofrece, hacia nuestro campo y nuestra gente. Lo sentíamos como lo sentimos, si , y en ese momento éramos unos snobs con anhelos caprichosos a los que se toleraba porque no molestábamos a nadie (a casi nadie), ahora también: ya somos la vanguardia pasada de moda. Ahora se diría que hemos ganado notoriedad, ya no somos perros verdes, las marcianadas que decimos ya se pueden escuchar en los medios de comunicación convencionales, para nada transgresores ni antagonistas, para nada colapistas.

Lo contradictorio es tener el mismo discurso que el poder, con la paradoja que supone la aceptación de la hipocresía que se le acepta en la clase política y el hilar delgado que se nos exige a nosotros, muchas veces víctimas del fuego amigo. No, no tomándonos en serio, no conviene, nuestro entorno social esconde la cabeza como cualquier avestruz y espera que pase el mal tiempo, piensa que no puede que el abismo esté tan cerca: –¡¡los que mandan no lo permitirían!

Sigue, la gran masa de nuestra sociedad como quien siente llover y vive abajo de una chapa de aluminio, llueve, se siente el agua, se ve, pero no se baña, es sólo que nos vayamos encharcando, dedo a dedo sube el nivel, ya nos llega a las rodillas pero todavía no es grave. Quién sabe si seremos capaces de despertar.

Hace quince años también sentíamos la imperiosa necesidad de dotarnos de espacios donde desarrollar nuestras inquietudes, no entendíamos porque teníamos que irnos a las ciudades para hablar de ciertos temas, para disfrutar de la duda y de la búsqueda que tantas a veces nos cuestiona desde el arte, nuestros pueblos sufren de la dictadura de la certeza, de la rigidez de la invariabilidad, el cuestionamiento es síntoma de debilidad y eso aquí no está permitido. Somos lo que somos, aquí y para siempre. ¿Es posible que esa sea una de las razones que hacen que tantos jóvenes acaben estableciéndose en otros lugares más anónimos y urbanos?

Al fin y al cabo, lo que nos hizo impulsar hace quince años todavía está ahí, la necesidad y el estímulo. Todavía no podemos hacer epílogos porque todavía no hemos sido felices y no seremos sin alcanzar nuestros objetivos. Como buenos Grouxomarxistas si éstos deben ser reconsiderados lo serán. Nosotros nos hacemos mayores, nuestras metas empequeñecen.

Podríamos hablar de otras muchas cosas que nos afectan, de la MAT, de MAGDA, de VALENTIA o de los macroproyectos fotovoltaicos que todavía no tienen ni nombre en la Barona, los Hostales o la Pelejana, podríamos (y deberíamos) hablar de Gaza, del genocidio que se está llevando a cabo con el beneplácito de Europa y la gran mayoría de nuestros habitantes, con el nihilismo apolítico de nuestras clases trabajadoras, como die “La Gossa Sorda”, de la quiebra que se nos cae encima con el monocultivo del mostrador, de los campos abandonados y las fincas baldías a las que no salvará ni el precio de las aceitunas cucadas y floridas porque “¿quién quiere labrar pueden ser rico?”, podríamos, deberíamos y haremos, mantendremos la masía como quien guarda un Castell, y con él la esperanza, nos resguardo en nuestros sueños, en la historia de nuestros padres y de la gente que lo dieron todo para que nosotros pudiéramos ser. Es momento de hacerse pequeños, pasar en menos, sobrevivir. Esto haremos.

 

Porque quince años ya son muchos días…

 

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